“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada…”
¡Qué manera de llamar la atención del lector! Así, de entrada, sin querer queriendo, Holden Caulfield siembra -para siempre- el bichito de la curiosidad, y sabemos, que nada mejor que poner al lector a dudar de si lo que se nos va a contar vale la pena. ¿Bueno, pero y qué es lo que dice, porque caramba con más de medio siglo literario a cuestas, su voz se sigue escuchando por el mundo sin perder una pizca de gracia y contundencia. Para la muestra, las cifras actuales de ventas. Cada año se venden alrededor de 250 mil ejemplares, y eso sin contar con los pdf que se descargan a diario de la web.
Además, no solo es lo que dice sino cómo lo dice. Primero, el pelaíto –como decimos en la Costa- de 17 años sabe encantar con las palabras. Es todo un experto, lo hace de maravillas. Narrar es su fuerte, es en lo único en lo que no reprueba como estudiante. En las demás asignaturas se raja, -no da el nivel que le exigen- de hecho, ese es uno de sus problemas. Holden empieza contándonos que lo han expulsado nuevamente de otro colegio. Y claro, esto lo cuenta a su manera, como bien sabe hacerlo, con su dicharachera forma de hablar. Así nos va mantieniendo atentos a lo que le sucede:
Me advirtieron varias veces para que me aplicara, sobre todo antes de los exámenes parciales cuando mis padres fueron a hablar con el director, pero yo no hice caso. Así que me expulsaron. En Pencey expulsan a los chicos por menos de nada. Tienen un nivel académico muy alto. De verdad.
La contundencia del texto, sin duda, va más allá del asunto de lo que él decide hacer después de esta última sanción educativa. Pues, Holden no sólo nos revela cómo es él, sino cómo somos nosotros (no solamente los lectores, sino todo el mundo).
“Paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas…”
“Encantadores. Esa es una palabra que no aguanto. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo…”
A su manera, nos confronta. Nos hace caer en la cuenta de nuestros propios sentimientos y pensamientos. De lo que sentimos y de lo que decimos sin sentir. Sin duda, es un personaje literario creado para transmitir la falsedad del ser humano. Lo único que ama y lo que más anhela en la vida es cuidar de los niños, a quienes considera como los únicos seres que valen la pena por su honestidad y espontaneidad:
¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (…) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.
La voz de El guardián entre el centeno seguirá diciéndonos verdades en la cara. Mientras el mundo sea mundo, Holden Caulfield seguirá desenmascarando a la humanidad.
Comments